El picnic...

 

Una tortilla de patata. Pan, aceite y jamón. El brillo de los ojos de un niño. Tu brillo después de ver ese brillo. Los filetes empanados. La manta de cuadros. El vino en vaso de plástico y el rollo de papel de cocina de flores. Los pies descalzos en el rio. 

Muchas gominolas. La hogaza de pan. Otra tortilla de calabacín. Los rayos de sol en la cara una tarde de julio. El bocadillo de Nutella. Los helados de hielo. El café de puchero con filipinos de fresa en vaso de color ámbar. La sonrisa por recordar a quienes compraron esos vasos. 

La hormiga paseando por la seta que creció a la sombra del roble del escurridero. La pasta que si la comes “Se atiesta la jata”. El Puente rojadillo. La promesa del próximo picnic. El kilómetro y medio y su ¿Cuándo llegamos? Los pantalones mojados colgados de un palo al sol. 

Los saltitos de piedra en piedra. La leche en jarra de cerveza. Perderse para encontrarse. Las frambuesas y las cerezas. La ilusión de volver para ver si nació el cerezo. 

La flaca de Calamaro. El gato jugando al despiste para probar el sofrito del domingo. Jugar a las cartas con los pies descalzos en la hierba. Las 8 de la tarde y 25 grados.

El paseo de después con mami mientras el sol se cobija bajo un manto naranja. Lo pequeño que te hace grande. Saber que tienes suerte. Mucha. Bonita. De la de verdad. 

Ser feliz es darse cuenta.