Sugus de piña...

 

Hoy ha sido un domingo bonito, si, de los que mientras desenvuelves un sugus de piña sentada en el jardín piensas que tienes suerte, de la que se escribe con una sonrisa, de la que notas que cierras un poquito el puño para que no se te escape entre los dedos…

Y ha sido bonito porque mientras estaba quieta (de cabeza y cuerpito) me estaba dando cuenta de que desde hace un par de semanas estoy sumando momentos de los de “apuntar para siempre”; La tarta de chocolate, una botella de vino en la mesa del fondo, una canción de Luis Aguilé, el arcoíris y su significado, Marshall y su familia (mía también) el palacio y mis 3 reyes, los chicos de la bata azul y su deseo sincero, la fila de cipreses, el carrusel compartido y “pipísima” como modo de vida.   

Disfrutando del sugus de piña y del sol de junio en la cara he llegado a la conclusión de que la vida es esa que va (y viene) la que va de dar y la que viene de recibir, esa que pensamos que no pasa a pesar de las velas, esa en la que creemos que siempre habrá otro sugus esperándonos, esa, si esa misma, la que se va detrás de un papelito azul…

Y es que, a ratos esa vida es rosa y sabe a fresa, otros, es de color amarillo apagado y sabe a un ácido limón pero a veces, sin darnos cuenta, estamos disfrutando de un azul intenso como el cielo de verano, de un sabor a piña que nos recuerda a la arena entre las manos, de un picor en los “papos” que nos dice que estamos vivos, que nos enseña que la vida es una caramelo en el patio de un colegio…